El cuarto poder; fábrica de imaginario
Hay individuos que gozan, por mal que les pese, de determinada fama y por ello son convertidos en iconos. La construcción de estos iconos no es por su influencia o las acciones que haya hecho en la comunidad social, sino por la imagen que quieran transmitir los medios de comunicación. Me refiero a que son los medios de comunicación los que construyen un imaginario colectivo de hechos y relatos sobre un personaje y son ellos los que deciden si el personaje en cuestión da una imagen positiva o negativa a la sociedad. ¿Cómo se consigue esto? Haciendo que la opinión pública se identifique con la forma de actuar de un personaje. Claro está, que los medios de comunicación en propiedad de las clases dominantes, construirán una imagen “favorable” de un personaje de su clase social para que atraiga a la clase dominada y ésta se identifique con esa clase. Por el contrario, un personaje de la clase dominada que haga frente a los intereses de la clase dominante verá como su imagen será deformada a través de los medios de comunicación y la construcción de dicha imagen será de tal forma que la clase oprimida no se sentirá identificada con él, sino que lo verá como un “peligro”.
Para ello presento dos casos. El primer ejemplo para el primer caso es el de Francisco Nicolás Gómez Iglesias. Un personaje que representa perfectamente, con su modo de actuar, cómo se comporta el establishment político del PP. Este joven señor está imputado por revelación de secretos, falsificación documental, estafa, usurpación de funciones públicas y estado civil, cohecho, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias. Una joyita. Y es que su forma de actuar es la viva imagen del capitalismo de amiguetes, de altos cargos del PP que hacen favores a los grandes empresarios. Cabe decir que está en libertad provisional sin fianza. Pero la imagen que han construido los medios es bien distinta. Se nos muestra un joven inteligente, pícaro que ha sabido moverse en las altas esferas de la política y ha sabido sacar tajada. De hecho, el apodo que le ha dado la prensa española del régimen es el de “El pequeño Nicolás”, un nombre que da la imagen de un inteligente pícaro adolescente. Seguro que en nuestras casas, círculos de amistad, trabajo o en un bar hemos oído “¡Qué crack El pequeño Nicolás!”, “Es el más listo, yo hubiese hecho lo mismo”, “Yo también me hubiese metido en política para lo mismo”… es decir, desde los medios se ha fortalecido la imagen de estafador y pícaro y sin embargo han conseguido que este personaje no cause rechazo. Es más, se ha hecho la comparación con la película Atrápame si puedes. Todos sabemos que la gente le para para hacerse un selfie con un presunto delincuente. Es más, este medio, La Voz de Pinto, hizo un excelente trabajo de investigación mostrando cómo se las gastaba este personaje.
El otro ejemplo es el de Alfonso Fernández. Quizás al lector de este artículo ni le suene el nombre, ni siquiera que sea más conocido como Alfon. Alfon es un joven vallecano detenido en la huelga general del 14N, acusado de posesión de explosivos, -sin pruebas-, que pasó casi dos meses de prisión preventiva sin juicio en la prisión de Soto del Real en el régimen FIES, es decir, un régimen penitenciario en el cuál encierran a los presos más peligrosos y por los delitos más graves. Estuvo casi incomunicado y sufrió la opresión psicológica para que se declarase culpable, cosa que no hizo. Este joven luchaba por frenar la Reforma Laboral, para mí Contrarreforma Laboral, del PP en perjuicio de la clase trabajadora y en beneficio de las clases dominantes. Pues bien, la construcción de la imagen que dieron los medios de comunicación fue de un gamberro, camorrista, terrorista, a favor de ETA, totalitario que atentaba contra la democracia. Es decir, la prensa le juzgó antes del juicio y creó un imaginario para que la clase oprimida rechazase a este personaje. Lejos quedó la solidaridad con un joven que luchaba por los derechos de la clase trabajadora. Algunos escuchamos en los bares, círculos de amistad, trabajo “¡Este chaval era un terrorista!”, “¡Igualito que la kale borroka!”, “¡Otro comunista totalitario!”. Todos recordamos cómo entrevistaban a este joven en Telecinco, Antena3 para que diese su versión y la oportunidad de contrarrestar la versión mediática… ¡ah no! Que esto nunca sucedió.
¿Qué quiero decir con esto? Que los medios de comunicación son el cuarto poder, son un actor político que se encarga de construir imaginario colectivo a las masas, de construir relatos y realidades para beneficio de los intereses de clase de sus propietarios. Obviamente me refiero a los grandes grupos mediáticos. Yo creo en la pequeña prensa de los pueblos, también en las cooperativas de profesionales de la información, en periodismo que es activista y no cómplice del poder dominante y hegemónico.
Ya lo decía Malcolm X;
“Ten cuidado de los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”.