Entre la espada y la pared
La UE no deja de fracasar. Y la UE ha fracasado de la peor forma de la que se puede fracasar: moralmente. A los humanos se nos concedió la libertad con el fin de que, a la hora de tomar una decisión, podamos elegir de entre dos opciones, la mejor. Y para mí al menos la mejor opción no es aquella que proporcione un bien directo solamente a mi persona, sino aquella que, alcanzando un punto óptimo, nos pueda beneficiar al máximo número de personas, sin tener por qué perjudicar al resto.
Sé que no es una opción fácil de encontrar, pero hay veces que nuestra condición humana apenas nos deja elegir, porque algo que nos acompaña en el corazón actúa sin pedirlo. Ahí es cuando actúa la moral, otro don además de la libertad. Nosotros, por ejemplo, si vemos a un señor mayor caerse en el suelo, no dudamos en correr para ayudarle a levantarse. Cuando oímos a un niño llorar porque está perdido no dudamos en buscar a los padres. Cuando vemos a un amigo llorar no dudamos a la hora de consolarle. Pero la Unión Europea ha dudado mucho con el tema de los refugiados y, cuando ha decidido, lo ha hecho mal.
Basándose en el artículo 32.1 de la Convención del Estatuto de los Refugiados de 1.951, en el que se pretende invocar la “seguridad nacional” o el “orden público”, olvidamos nuestra obligación moral y legal de socorrer al que lo necesita. Basándonos en hechos que, según se explicó, fueron causados por varios solicitantes de asilo (como es el caso de lo ocurrido en Colonia), vamos a impedir la entrada de cientos de miles de seres humanos que buscan una salida a lo que a nosotros nos aterró durante mucho tiempo. Repito: vamos a dejar tirados a cientos de miles de personas por algo que cometieron algunas decenas, supuestamente. E imaginemos, por favor, porque si se intenta ver podemos hacernos una idea, que no estamos impidiendo el paso solo a jóvenes fuertes y sanos. No. Estamos impidiendo el paso de niños, padres, ancianos, personas con diferentes tipos de problemas. Solo porque unos pocos de ellos pudieron hacer algunas barbaridades. Castiguemos a los responsables de esos hechos de forma directa pero no vayamos a por terceros como los niños.
Sé que muchos dirán aquello de “si tanto los quieres, mételos en tu casa”. A esa gente ya le adelanto que no solo se trata de algo que yo quiera hacer. Digo que si se le niega el socorro a alguien estamos entrando en una ilegalidad, tanto a nivel individual como nacional. Pero sí, la moral va delante en este caso. Si nuestra solidaridad (magnífica, por cierto) fue lo primero que salió a la luz con los atentados de París (por poner un ejemplo), ¿por qué no sale cuando hablamos de sirios? ¿Acaso el hecho de que ocurra en un sitio más lejano implica que es menos malo? Es importante recordar que las desgracias, los numerosos atentados que hemos vivido los europeos, las sufren los sirios día tras día y de formas peores. Hemos visto a gente siendo degollada, quemada vivida, arrojada desde azoteas simplemente por una condición religiosa, política o sexual. Y ellos huyen de eso, como huiríamos cualquiera de nosotros, como ya lo hicimos como país. Y cuando ellos llegan a una tierra donde la absoluta mayoría quiere vivir en paz, nosotros colocamos un muro, dejándolos en un país donde suponemos que no van a respetarse todos sus derechos (Turquía). Les dejamos entre la espada y la pared.
Los europeos ya hemos pasado por esto. El pasado siglo fue una etapa de guerras, dictaduras y persecuciones. Con estos hechos hubo mucha migración en todos nuestros países porque había vidas que corrían peligro. Y, por suerte, eso ya ha acabado, pero hemos cometido el fallo de olvidar y, con él, el de no aprender. Y, ahora, cuando la piedra está en nuestro tejado, usamos la misma roca para lanzarla contra aquellos que nos piden ayuda. Y es que la UE no está solo para revolucionar la propia Europa, sino para cambiar el mundo. Tenemos el deber de llevar al resto de países unos ideales realmente admirables, pero hemos decidido lo contrario. Si los europeos solo vamos a estar unidos para asuntos económicos es que hemos tocado fondo como comunidad. Y la muestra es que desde mayo de 2.015 ha habido 22 cumbres de líderes de países para cambiar una situación previsible y el único acuerdo al que se ha podido llegar, este último, es algo realmente trágico. Estamos ante la peor derrota que se puede alcanzar: la de uno mismo.
Sé que con estas palabras la situación no cambiará, pero tenemos la obligación de dar visibilidad a ciertos temas y este es uno que no debe quedar guardado en un cajón. Hay multitud de concentraciones en Europa, gente que alza la voz en las redes, artículos de opinión que dan vueltas para que esto no se olvide. Y es ahí, cuando no se olvida, cuando sí pueden cambiarse las cosas. Sí pido también a esos líderes que sean ellos los que vayan a la frontera de nuestro paraíso europeo a decirles “no” a toda esa gente débil, que digan que no pueden pasar a unos niños, a unos ancianos, a familias realmente tristes por abandonar su país, porque temen que esa gente, repito, débil y manchada de barro, sal y ceniza pueda ocasionar problemas en su país. Hay mamíferos que hasta cuidan incluso de bebés de otros mamíferos. Pero la moral se le supone a los humanos y no al resto de mamíferos. Hoy no podemos ser ejemplo.
4 Comments
Las entidades de acción social de la Iglesia, junto a otras ONG civiles, sí instalarán un campamento frente al Ministerio de Exteriores bajo el lema “StopAcuerdo” ….
Los obispos, contrarios a devolver a suelo turco a los refugiados ………..
http://www.religionconfidencial.com/solidaridad/Caritas-instituciones-eclesiasticas-manifestacion-UE-Turquia_0_2673932600.html
Entidades de la Iglesia recogen firmas contra el pacto con Turquía ….
http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2016/03/15/mundo/entidades-de-la-iglesia-recogen-firmas-contra-el-pacto-con-turqu
Bueno, las Personas, las familias no salen huyendo despavoridas de un régimen , huyen de la guerra PVC no nos parece, sin embargo tan mal. lo que no podemos soportar son lo refugiados pero sí las matanzas
Excelente artículo y de gran actualidad. A ver si de una vez nos damos cuenta que los derechos humanos son universales y no pueden ser negociados.
En este caso hablamos de personas y la propia dignidad humana, apoyar el acuerdo es ir en contra de los principios de derecho internacional y los derechos fundamentales reconocidos.