La orfandad de la sanidad pública madrileña
La sanidad ha sido y es una de nuestras grandes preocupaciones en la vida, porque como decía la canción: “tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor, y quien tenga esas tres cosas, que le dé gracias a Dios”. Pero desde hace tres años, este derecho a la salud, a tener una sanidad digna como recoge la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, se ha perdido en la Comunidad de Madrid.
La pandemia provocada por la Covid-19 ha dejado a la sanidad pública huérfana, teniendo en cuenta el maltrato a la que se le ha sometido desde la administración pública. La carga asistencial a la que se ven sometidos los médicos y enfermeros no les permite ofrecer un servicio de calidad y les provoca un agotamiento físico y mental que no merecen. En Madrid hay 0,58 médicos y 0,51 enfermeras por cada 1.000 habitantes, somos la comunidad con menor tasa de enfermeros en centros de salud y la segunda con menor tasa de médicos tras Baleares.
En Pinto, llevamos tres años sin urgencias, las cuales fueron cerradas en pandemia, viéndonos en la necesidad de acudir a las urgencias hospitalarias, lo cual satura los hospitales, creando un círculo vicioso que provoca la devaluación de la calidad del servicio, atentando además al principio de longitudinal, es decir, de atención continuada y un seguimiento adecuado de la historia clínica del paciente.
Todo ello, trae consigo que el servicio sanitario no pueda ofrecerse con la calidad que requiere, la carga de trabajo a la que se ve obligados los sanitarios a trabajar torpedea las labores esenciales de un centro de atención primaria: promoción de la salud, prevención de la enfermedad, docencia, investigación y participación comunitaria.
Por estas razones, desde el grupo municipal de Ciudadanos, llevamos a pleno una moción para reconocer la labor de los sanitarios en el municipio y en la comunidad, a pesar de todas las trabas que se encuentran por el camino.