Las siglas perdidas
Hace unos meses escribí una reflexión en mi blog sobre la diferencia que actualmente existe entre el PSOE y lo que realmente significa ser de “izquierdas”. Allí hablaba de mi abuela materna Carmen, una mujer que se afilió al partido con apenas catorce años recién estrenada la II República alentada por un tío suyo, de nombre Esteban Arche, que había sido uno de los fundadores del partido en aquella famosa asamblea de Casa Labra. Hablaba de los ideales que la llevaron a dar aquel paso y de los sacrificios que tuvo que hacer durante aquellos años en los que finalmente tuvo que elegir entre la oposición y la militancia o sacar adelante toda una familia.
Estos días he vuelto a recordarlos por las penosas imágenes ofrecidas por la lucha interna que se está produciendo en el Psoe de Madrid. Ver desangrarse así un Partido que en mi familia se sintió tan propio durante años da mucha pena. Pero resulta mucho más triste ver como la ola de transformación política los ha sobrepasado de tal manera que les está llevando a una serie de decisiones de lo más peregrinas. Si hace unos meses todo eran anuncios de transparencia, regeneración y participación ciudadana, se han convertido de un día para otro en maniobras oscuras, tejemanejes, expulsiones y proclamaciones en contra de lo que los simpatizantes y militantes dijeron en su día. Es todo un espectáculo ver como un Secretario General de un partido defender abiertamente un proceso de primarias del que él mismo salió aseverando que los resultados de las mismas deben respetarse porque es la decisión de las bases del partido y meses después anular el proceso apartando al ganador de las mismas. Es curioso ver como este mismo Secretario General dio su apoyo explicito en varias ocasiones a esta misma persona al conocerse las supuestas irregularidades cometidas durante sus años de alcalde para luego cesarle argumentando esas mismas irregularidades que antes negaba. Pero lo realmente triste es ver esa imagen de conflicto, desunión, de amenazas e incluso de asaltos a sedes y peleas entre militantes.
Aunque hace ya unos años que me alejé ideológicamente de esta formación (o más exactamente se alejaron ellos), estos días no puedo sino acordarme de lo que hubieran pensado mis familiares, aquellos que tanto lucharon por levantar una organización y la defensa de los ideales socialistas de la clase trabajadora. Seguramente habrían sentido rabia y una profunda tristeza al ver en lo que habían convertido aquel proyecto que un día ayudaron a crear, y seguramente que les habría entrado ganas de mandarlos al garete y volverse a su imprenta y a su taller. Un Psoe que hace tiempo perdió el significado de los términos Socialista y Obrero de su nombre, y que en los últimos días parece haber perdido el único que les quedaba: el de Partido. Mientras, sus dirigentes seguirán peleando a brazo partido por conseguir el poder en la nada, porque mientras ellos se centran en sus propios intereses y en repartirse su pequeña cuota de poder, el mundo ha cambiado inexorablemente y han surgido propuestas que pueden conseguir dejarlos en una simple reseña en los libros de historia, o lo que es peor, en un pequeño grupo totalmente intrascendente que se limite a arrastrar, más si cabe, el nombre y la historia de una organización que ha sido parte fundamental de la historia de este país. Desde luego más de uno deberá estar frotándose las manos al ver cómo le hacen la campaña gratis.