Le ponemos precio a lo que tiene menos valor
Curiosa la manera en la que todos nos dejamos llevar por cualquier tipo de festividad. Cualquier excusa es buena para poder tener un motivo de celebración y utilizarlo de pretexto para poder salir a lo que sea que más te apetezca en ese día, pero no lo haces porque claro, no es una fecha señalada. El día del padre, el día del niño, San Valentín, las Navidades…. todos conforman un conjunto de increíbles maneras de gastar, de consumir, y en la mayoría de las veces de sacar tu mejor vena de actor.
Pero, ¿qué pasaría si todas estas fechas se utilizaran con otro fin? Si todas estas fechas en vez de ser un increíble cartel que anuncia la llegada de la primavera o la llegada de las rebajas anunciasen un acto benéfico para toda la sociedad y sirvieran de algo verdaderamente positivo para poder aportar a cada uno de nosotros.
Hace bien poco se celebraba el día de San Antón, patrón de todos los animales y que cubrimos en nuestro medio. No voy a negar que este evento tenga movilización y sea “famoso” entre los ciudadanos, pero parece ser que no es suficiente para entusiasmar como hacen otro tipo de eventos. Parece ser que los derechos de los animales y sus vidas no son lo suficientemente importantes para compartirlo con todos en nuestras redes sociales, porque total…. si ya hablarán de ello en el telediario de las nueve. Repito, que hay mucha gente que sí se moviliza y sí que está concienciada sobre ello y para los que este día es un motivo más para poder crecer como persona y aportar algo a los animales.
¿Pero por qué digo todo esto? Porque aprovechando que hace relativamente poco se homenajeó a San Antón y parece ser que es cuando sale más gente concienciada con los animales, quiero aportar mi humilde, y pienso que necesaria, opinión. Hemos avanzado en un montón de aspectos como la tecnología, pero aún nos quedan muchos más importantes y que residen en nuestro interior que parece que tenemos de la prehistoria muchos de nosotros.
Los animales no son un pasatiempo, no son un regalo que si no te gusta lo devuelves o que cuando te cansas de él le dejas de hacer caso y te resulta hasta un incordio. Por favor, seamos conscientes de que el típico regalo de navidad de una cajita enorme con un lazo de la cual sale un cachorro sea solo eso, una escena de una película, o sea, que deje de normalizarse y sea eso, ficción. Si todas las personas que utilizan cada uno de los días señalados que he dicho antes para consumir hicieran lo mismo para ir a adoptar algún animal, seguramente todos viviríamos más felices y no habría tantos y tantos animales abandonados o incluso sacrificados por el problema de espacio de las protectoras.
Hablo desde mi propia experiencia, tanto como voluntaria de una de esas asociaciones como de mamá adoptiva de unos cuantos animales que lo único que han visto han sido rejas, poca comida y suciedad. Todo lo bonito que es un cachorro en una tienda de animales esperando a que sea comprado por alguien se transforma en lo más horrible del mundo cuando, después de un par de meses, deja de ser motivo de consumismo y lo llevan a una perrera.
Dejemos de consumir más cosas materiales y empecemos a “consumir” más emociones y sentimientos.