Los homenajes del 11 M
Son las ocho menos veinte. Pienso en los avatares de la guardia recién terminada mientras desayuno viendo las noticias, cuando interrumpen la programación. Ultima hora. Explosiones, confusión, muerte. Cuando soy consciente de lo que pasa estoy ya metido en la ambulancia camino de Madrid. Son las nueve de la mañana y pasarán más de veinte horas antes de que llegue de nuevo a casa. Durante todo el día de ayer esas imágenes de aquel fatídico 11 de Marzo de 2004 volvieron a mi cabeza frescas como si estuviesen sucediendo en ese preciso instante, como si otra vez estuviese subido en esa ambulancia sin saber qué es lo que me esperaba. Pero no, han pasado once años ya y todo es diferente después de aquella mañana. Esta noche he podido ordenar en mi cabeza todos esos recuerdos de aquel día y de los que le siguieron, así como de estos once años en los que nada ha vuelto a ser igual.
Durante los días posteriores al atentado llegaron homenajes, reconocimientos y alabanzas a las víctimas y a los que de una forma u otra ayudamos aquel aciago día. Se repartieron medallas, se descubrieron placas y nos salió callo en la espalda de recibir palmadas de aprobación. Durante unas semanas hicieron sentir arropados a las familias de los ciento noventa y dos fallecidos y los cientos de heridos, y a los miembros de los servicios de emergencias nos hicieron sentir reconocidos en nuestra labor por una vez. Pero todo aquello se comenzó a empañar en esas mismas horas posteriores a la tragedia cuando los intereses políticos de unos comenzaron a empañar aquella imagen de solidaridad que recorrió España. Comenzaron entonces una espiral de ponzoña, esparciéndola por doquier, con la inestimable colaboración de unos medios de comunicación que decidieron aparcar la ética periodística para intentar atacar y vilipendiar a todo aquel que hubiese osado contravenir la teoría oficial de aquellas primeras oscuras horas. Insultaron nuestra inteligencia, menospreciaron a la policía, esa a la que ahora defienden a capa y espada. Llegaron, en un ejercicio de bajeza moral sin precedentes, a insultar, calumniar e injuriar a la principal asociación de víctimas del 11M y a su presidenta Pilar Manjón, azuzando a sus hordas mediáticas hasta el punto de que esta tuvo que sufrir desde insultos, amenazas e incluso afirmaciones de que usaba la muerte de su hijo para hacer carrera política.
El presente de los trabajadores de los servicios de emergencia no ha sido mejor. Pasamos de ser los héroes de Madrid, aquellos con los que la ciudad y el país habían contraído una deuda eterna que no se podría pagar, a ser olvidados y ninguneados en el mejor de los casos. Nos han acusado de poco profesionales, nos han recortado sueldos, nos han subido jornadas, nos han precarizado, nos han despedido. Los técnicos de emergencias del Summa112, por poner un ejemplo cercano, llevamos 14 años esperando una oposición de consolidación de empleo, estando en el mejor de los casos con contratos de interinaje que en algún caso duran más de 10 años, o eventuales con contratos de mes a mes o incluso de días durante varios años. No nos reconocen la categoría profesional ni nos reconocen el ser personal sanitario, a pesar de que esta fue aprobada y publicada en el BOE en el año 2007 y somos casi el 50% de la plantilla del servicio sin contar con los Técnicos subcontratados para el transporte sanitario urgente. Nos han recortado el sueldo y subido la jornada laboral, han recortado plantilla y recursos. Y este es solo un ejemplo de cómo los trabajadores públicos que en aquellos días fuimos tratados como héroes hemos sido olvidados a lo largo de estos años.
Como ha dicho esta mañana Pilar Manjón en Atocha, hemos crecido, hemos tenido hijos, nos han recortado sueldos y derechos, nos han desahuciado, nos han reprimido, nos han convertido en marea. Ellos han seguido mientras tanto en su línea de todos estos años, despreciando por un lado a las víctimas que no se callaron ante las infamias vertidas sobre ellos, manipulando al resto para su interés usándolas como arma arrojadiza contra sus adversarios políticos, desmantelando la sanidad pública que se volcó para ayudar, ellos si, a todos los que sufrieron aquel día. Por otro lado, aprovechando cada aniversario para remover el dolor de las victimas fomentado la división de estas y la duda hacia la labor policial y judicial ejercida en este caso y alimentando una teoría de la conspiración de no sé qué oscuros intereses. Se han esforzado en demostrar su patriotismo rancio en el que es más importante gastarse 15000 Euros en una bandera para enaltecer a la extrema derecha que les sustenta que el homenaje en sí mismo a las víctimas, o que salvar de la ruina miles de familias en todo el país. Ha llegado el momento de enseñarles que el verdadero patriotismo es aquel que se ejerce en el día a día, ayudando a tus vecinos a salir adelante, luchando junto a ellos para parar un desahucio, para parar un despido, ayudando en los comedores sociales o simplemente dando la espalda a aquellos que alardean de su país y de sus símbolos sin importarles las personas que lo conforman.