¿Por qué es necesario un acuerdo progresista en Pinto?
Tal vez pueda parecer que está implícita en el título de este artículo la intención de trasladar, de un modo mecánico y no demasiado reflexivo, el esquema que ha llevado a hacer posible la coalición, PSOE-Unidas Podemos, que gobierna nuestro país. Nada más lejos de mi intención, pese a mí firme apoyo a la coalición que lleva las riendas del gobierno estatal, aquí se trata de abordar la cuestión de un gobierno progresista en el ámbito local. Desde luego que, no lo podemos negar, lo que ocurre en el Estado influye de modo importante en cada municipio o territorio.
En el caso de Pinto nos encontramos con un gobierno del PSOE en minoría y condicionado en su quehacer diario por la necesidad de contar con los votos de las opciones situadas a su izquierda, Unidas Pinto y Podemos. Desde luego que sería absolutamente suicida para el PSOE buscar otros apoyos en opciones a su derecha. Un apoyo suficiente solo vendría de la obtención de un acuerdo con el Partido Popular. A esto debemos sumarle que el Partido Socialista, si sabe leer los resultados de las elecciones catalanas, parece haber perdido como opción factible, por mucho que sea o haya sido deseada, la posibilidad de pactar, en Pinto o en otros lugares, con Ciudadanos. El sueño de algunos barones socialistas de una alianza mirando a la derecha ha sido cortado de raíz con estos resultados. Ese peligro, al menos de momento, no se vislumbra en el horizonte.
Volviendo a las elecciones catalanas, que no son una guía pero si pueden servir de referencia, se ha demostrado, de nuevo, que la ciudadanía deposita su confianza en opciones electorales que demuestran su capacidad para hacer política. Cuando me refiero a esa confianza en los que tienen capacidad de hacer política lo que quiero decir es que la gente apuesta por instrumentos que considera útiles, todo esto más allá de nuestro acuerdo o desacuerdo con esas distintas opciones. Esa búsqueda de la utilidad, de la intervención real, de la capacidad de construir pactos y alianzas, que busca el ciudadano común, el no contaminado por las cuitas de la política, debería marcar la línea estratégica de los partidos que pretenden cambiar la sociedad de un modo profundo.
¿Y todo esto que tiene que ver con Pinto? A mí la respuesta me parece evidente: es necesario que las tres fuerzas progresistas que tienen presencia en nuestro ayuntamiento alcancen un acuerdo que, como elemento fundamental, sea útil y beneficioso para los ciudadanos y ciudadanas. Me parece crucial dotar a nuestro gobierno municipal de más estabilidad y de una mayor agilidad y capacidad operativa. Además de esto, y tal vez más importante, es que esa estabilidad y esa operatividad se plasmen en un programa amplio, progresista y que tenga un carácter netamente social y de izquierdas. Gobernar para todos y todas y al mismo tiempo proteger de un modo más decidido y más firme a los más débiles.
Este gobierno progresista debe asegurar un importante incremento en el gasto social, potenciar la inversión en programas dedicados a educación, juventud, infancia y mayores, mostrar su clara apuesta por políticas feministas y el combate contra la violencia machista, asegurar el bienestar animal eliminando cualquier tipo de subvención a espectáculos taurinos, dotar a nuestro tejido asociativo de medios materiales suficientes, fomentar la participación ciudadana, trabajar para que Pinto, y el sur en su conjunto, no sean el gran vertedero de nuestra comunidad, impulsar una política deportiva que diversifique y haga especial incidencia en el deporte de base, llevar a cabo medidas de fomento de la cooperación internacional, implementar inversiones que hagan posible nuevas infraestructuras muy necesarias para nuestra ciudad. Y por último, confeccionar unos presupuestos a la altura de las circunstancias que hagan posibles todas esas políticas tan deseables.
¿Alguien que quiera el bienestar para sus vecinos y vecinas podría rechazar este acuerdo? Mi respuesta es clara y contundente: no, de ninguna manera. Un acuerdo expresado en esos términos no puede ser obstaculizado ni por intereses de partido ni por oscuros rencores del pasado, por muy justificados y humanos que estos puedan ser. Hacer política, tratando de hacer una definición breve pero condensada, es trabajar por el bienestar de los demás, es laborar para que nuestros vecinos y vecinas sean más felices. Si queremos quitarnos de encima el mantra de que los políticos solo miran por sus intereses y se guían por intereses espurios, tenemos que ser generosos, y serlo hasta el extremo. Ningún interés personal, ningún odio heredado del pasado debe frenar la posibilidad de hacer un Pinto mejor. Si no lo entendemos así y permitimos que esta oportunidad pase de largo, la ciudadanía deberá juzgarnos con severidad.