Un pueblo sin casa
He leído el libro de Luis Gómez Llorente, “El espíritu de la Casa del Pueblo –La ética socialista del Pablismo- “, parte de la colección “Cuadernos de Progreso y Cultura” de UGT-Madrid , un obsequio de un querido amigo.
El libro en cuestión tiene una rabiosa actualidad, porque se inscribe en lo que ha sido el centenario de la Casa del Pueblo de Madrid (1.908-2.008) y el 120 aniversario de la UGT (1.888-2.008). En su portada, una fotografía de Pablo Iglesias, asomado al balcón de La Casa del Pueblo de la calle Piamonte, dirigiéndose a los trabajadores en aquel año de 1914. Bajo suyo, se deja ver una multitud de gorras y algún sombrero. Todos ven en aquella palabra su palabra y en esa casa su casa.
Ya en la presentación, José Ricardo Matínez señala que “es una forma de reivindicar la ética y la honestidad de aquellos viejos socialistas…”, al tiempo que anima a una “reflexión sobre la necesidad de trabajar para conseguir una sociedad más justa y solidaria”.
Por su parte, Luis Gómez Llorente, en la introducción, señala que Pablo Iglesias no fue sólo un líder en la acción para los miles de trabajadoras y trabajadores que, filiados o no, siguieron la bandera del PSOE y la UGT, sino que fue también un guía del pensamiento y un modelo de conducta inolvidable”, y concluye que “por eso en su ancianidad se le llamaba “el abuelo”. Hoy, quizás, un abuelo que algunos han olvidado, relegado al rincón de los trastos viejos, desahuciado de la propia casa que contribuyó a levantar para el pueblo.
En aquel entonces, frente al binomio conservador-liberal, de: Absolutismo vs. Liberalismo. Monarquía vs. República. Clerofilia vs. Clerofobia. Proteccionismo vs. Librecambismo Centralismo vs. Federalismo, el socialismo de Pablo Iglesias opone un nuevo elemento: Explotadores y Explotados, porque entre los explotadores hay muestras todos los anteriores. También para Pablo Iglesias, dice Gómez Llorente, “los partidos políticos, amén de definirse como interclasistas eran organizaciones de élite, pequeñas oligarquías, con un aparato organizativo mínimo y orientado exclusivamente a operar en los procesos electorales (en España una red caciquil” (la negrita es mía, y de indudable actualidad, acaso hoy también clientelar en el PP).
En cambio, la irrupción del socialismo alteró el panorama. “Las organizaciones socialistas aspiran al encuadramiento y dinamización política de las masas”. Su fuerza es el número y, frente a la prepotencia del dinero, pretende generar un pensamiento alternativo. Como contribución al pensamiento socialista, ahí quedan los doce volúmenes de la obra completa de Pablo Iglesias, los siete por ahora de Largo Caballero, las conferencias de Besteiro, o los escritos de Jaime Vera. Hay, sí, en esos escritos, un cierto tono mesiánico, liberador de todo cuanto esté oprimido, un fuerte compromiso donde no caben componendas, un fuerte tono ético y crítico, y al mismo tiempo un “intento de saber totalizador”, dice Gómez Llorente: “una teoría económica y política, una interpretación de la historia, unas exigencias colectivas e individuales que conducen a la aceleración del proceso emancipador, una filosofía capaz de dotar de sentido no sólo a la acción política sino a la totalidad de la vida humana”.
La suya era una manera de vivir los valores, en el cañamazo de: A) La igualdad como valor moral. B) El trabajo que produce un mundo humanizado y la dignidad del trabajador. C) El culto a las ideas transformadoras de los que son iguales y diferentes. D) El espíritu societario que comparte la tarea emancipatoria. E) El pacifismo, y F) La racionalización de la rebeldía, porque cuando los seres maltratados, humillados y ofendidos se levantan, no lo hacen bajo la fuerza del resentimiento, sino del pensamiento solidario.
Hasta aquí, en resumen, algunos contenidos del libro que, cuando deja lugar a la reflexión que solicita su autor, deja también un regusto amargo en la boca porque, aquellos que hoy “gestionan” ese rico patrimonio, parecen estar muy lejos de sus postulados en todos sus términos, y más próximos a las manos que tantas cosas han desahuciado en España. No hay multitudes, como las de la foto, a las puertas del PSOE en Ferraz, si no es para protestar por aquello que consideran traición; no se perciben guías de pensamiento y acción, modelos de conducta fieles al pueblo que representan, sino trapicheos de minorías de aparato; tartufeos al margen de sus militantes; intereses personalistas a olvido de sus votantes…
No puedo en este punto sino recoger el escrito de la “Plataforma PRIMARIAS Y CONGRESO ¡YA!”, donde la actualidad se hace verdaderamente “rabiosa”. En él se da cuenta de cómo la indignación crece y se organiza en militantes de Madrid junto a las otras federaciones de Asturias, Vizcaya, Navarra, Toledo, Valencia, Canarias, Cuenca, Sevilla…
Bien hará esta Gestora, que gestiona la desaparición de su partido, en escuchar la voz de su pasado, tan vivo y actual en sus planteamientos políticos y éticos para una gran parte de la sociedad. Bien hará en escuchar la voz de sus militantes, y no el susurro trapacero de sus conjuras, que parecen ser de Fernando VII contra aquella España que quería nacer y no podía. Bien harán si escuchan la voz de los que han sido sus votantes. ¿Por qué tanto empecinamiento? ¿Lo ha determinado alguna reunión oscura, ocurrida en tierras de Colombia, entre quien fue líder, hoy pasado al lado oscuro, un tortuoso periodista, un Emérito, y un Secretario de Estado? Miren su presente, admiren su pasado. Se están quedando en el varillaje, a la intemperie. Su paraguas, vuelto, ya no les tapa ni nos tapa. Ni son alternativa ni pueden ser oposición. Han perdido credibilidad, han dejado sin representación política a millones de españoles. ¡Si Pablo Iglesias levantara la cabeza les corría a gorrazos!
Bajo un gobierno del PP, que ha masacrado el Estado Social de Derecho, se han rendido con armas y bagajes. Bajo el gobierno de los desahucios, también el pueblo ha sido desahuciado de la que fuera su casa. En ella están los okupas de un nombre, de una historia, de unas luchas, de una esperanza, y reparten mandobles entre los suyos mientras doblan el espinazo ante Mariano Rajoy y su PP. ¡Qué lástima!.
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Una pena de PSOE aquí en Pinto igual. El PP Y PSOE van cojidos dela mano, una pena de PARTIDO SOCIALISTA.