Ser musulmán no es ser terrorista

Llevo todo el fin de semana recibiendo, como el resto, un bombardeo incesante de noticias, enlaces, comentarios, filtros de fotos, dibujos y todo un sinfín de información y opiniones sobre lo ocurrido el Viernes pasado en las calles de París. Ha sido tanta la información que cuesta digerirla. Ahora, en mi insomne trabajo, he parado unos minutos para poder reflexionar sobre todo lo ocurrido y sobre la reacción que el mundo occidental ha tenido, hemos tenido tras la tragedia. Y no sé que me da más miedo, si el fanatismo de unos pocos descerebrados que dicen actuar en nombre de no sé qué Dios, el maniqueísmo de los gobiernos que condenan los actos de estos por un lado mientras los financian a través de países amigos por otro, o la ignorancia del que sin conocer y solo con el razonamiento que le da las tripas y el dolor acusa al diferente de asesino, de terrorista, solo por profesar la misma religión que un psicópata asesino.

Entre todo este maremágnum de opiniones de una u otra índole me he encontrado con la de un español, un chico normal como tantos, que además es musulmán. Su nombre es Nader y se ha convertido en viral con un video donde muestra toda la rabia e indignación que todos, musulmanes y no musulmanes, hemos sentido por lo ocurrido.

La rabia de este joven, musulmán y español, es la de todos los que se han sentido alguna vez metidos en el mismo saco que unos indeseables por el mero hecho de tener la misma raza, sexo o religión que estos y de la impotencia de que unos cuantos asesinos utilicen tus creencias para hacer el mal contra los demás. En el video reconoce la falta de reacción de la comunidad musulmana como ente para ponerse de acuerdo y rechazar al unísono este tipo de prácticas hechas en su nombre y que no representan ni a esta comunidad ni a la religión a la que dicen defender.

Nunca he tenido una visión muy positiva de la humanidad y aun así me he esforzado en darle una oportunidad y en defender y luchar por la igualdad y el respeto entre todos los que nos decimos pertenecer a ella. Días como el Viernes me empujan hacia el desánimo y resignación, pero luego, al encontrarme personas como Nader y como Mohamed Samadi y la comunidad islámica de Pinto Alhidaya, la balanza vuelve a equilibrarse y mis fuerzas retornan para seguir intentando conseguir un mundo mejor, más justo, donde todos, sean de una religión u otra, o de ninguna como en mi caso, sean capaces de convivir sin poner un Dios entre ellos. Ojalá hubiese muchos como él, cristianos, musulmanes, judíos o ateos. Habría una esperanza para la humanidad.