Suben aires de cambio desde el sur
El pasado Domingo 22 de Marzo vivimos un día histórico en la democracia de nuestro país, por primera vez se preveía un cambio sustancial en el mapa político que desarmaría la estructura tendencialmente bipartidista en España. Y así fue, los dos grandes partidos comenzaron a sentir de cerca los vientos del cambio desplazándoles de su cómoda situación.
El notable descalabro del Partido Popular y la falta de apoyos al PSOE, que les deja sin mayoría absoluta, hace que en las instituciones se empiece a hacer visible el cambio de etapa. Podemos ha irrumpido en el parlamento andaluz materializando lo esperado hasta el momento, acompañado de Ciudadanos, que se presentaba como la alternativa joven de la derecha. Es un comienzo esperanzador y necesario del que será un año muy importante para la regeneración del sistema político en España.
Sin embargo, es necesario atender a algunas claves socio-políticas para comprender los resultados de esta reciente cita electoral. Andalucía tiene unas características un tanto peculiares que necesitan ser analizadas. Además, el sistema electoral plantea también algunos problemas que no pueden ser pasados por alto.
El sistema electoral y la necesidad de su replanteamiento
En España, el sistema electoral se caracteriza por ser proporcional corregido. La fórmula utilizada para la asignación de escaños es la regla D’Hondt, de la cual se ha hablado mucho de forma negativa. Pero el problema, en la práctica, está en las circunscripciones electorales y su tamaño, que en el caso de España son, por regla general, las provincias.
Al haber muchas circunscripciones pequeñas en las cuales se eligen muy pocos escaños, esos pocos puestos, según el método proporcional D’Hondt, quedan copados por los partidos más grandes. De esta manera, aunque un partido menos grande consiga muchos votos en el conjunto del territorio, no consigue los votos suficientes en cada circunscripción por separado, como para que se le asignen los escaños que le corresponderían por ese total de votos en el territorio.
Por ejemplo, el Partido A tiene 1000 votos concentrados en una sola circunscripción, lo cual les supone 5 escaños. Sin embargo, el Partido B tiene 1000 votos, pero repartidos en cinco circunscripciones, teniendo 200 votos en cada circunscripción, los cuales no son suficientes para obtener escaños en cada circunscripción individualmente, por lo tanto, se quedan sin representación. Esta es la razón por la que los partidos regionalistas (CiU o PNV, entre otros) en España obtienen más representación que algunos partidos pequeños que se presentan en todo el territorio.
Por otro lado, si en la Provincia ‘X’ hay 1000 habitantes y le corresponden 2 escaños, saldría a 500 votos por escaño, mientras que en la Provincia ‘Y’ hay 10000 habitantes y le corresponden 10 escaños, lo cual supondría un “precio” de 1000 votos por un escaño. Por lo tanto, vemos como el voto “vale más” en la provincia pequeña que en la provincia grande. A gran escala, esto es lo que ocurre en España.
En definitiva, en el sistema electoral español encontramos estos y otros fallos que desvirtúan la proporcionalidad del método. Si todas las circunscripciones fueran igual de grandes o hubiera una circunscripción única en todo el territorio, las cosas serían distintas. Para el caso de Andalucía, si por ejemplo, se eliminara la regla D’Hondt, el PSOE sólo obtendría 38 escaños, a la vez que IU llegaría a los 8 y entrarían otros partidos en el parlamento (UPyD, PA y otros).
Una zona eminentemente rural
Andalucía se trata de una Comunidad en la cual gran parte de la población vive en el ámbito rural, siendo tradicionalmente una tierra de economía agraria y de jornaleros. La cultura política, comprensiblemente, aún es bastante conservadora allí, a la vez que reacia a los cambios, como hemos podido ver desde la junta preautonómica de 1978, que siempre gobernado el PSOE.
Por lo tanto, también nos encontramos con que los nuevos métodos de difusión (redes sociales e internet) tienen menor impacto. En Andalucía tiene mayor importancia el control de la televisión y, sobre todo, la televisión autonómica. El gobierno de la Junta de Andalucía (PSOE), que maneja este medio, ha sabido aprovecharlo.
La campaña del miedo
En los últimos meses hemos presenciado un suceso que entristece a los que defendemos la libertad de prensa y la objetividad mediática como pilares fundamentales de nuestros sistema social y democrático de derecho; en televisión y otros medios se ha realizado una brutal campaña de desprestigio a Podemos, llena de acusaciones falsas hacia lo que, en realidad, es un movimiento de la gente impulsado por la ilusión de todos aquellos que creen que otra manera de actuar es posible, mirando antes por las personas que por cualquier otra cosa.
Además, hemos sido testigos de una movilización mediática en favor de Ciudadanos. En un par de meses hemos visto como la formación de Albert Rivera, sin realmente aportar nada en Andalucía y sin una buena campaña electoral, ha crecido como la espuma, sólo gracias al empujón por parte de algunos medios. La principal víctima de esto ha sido el Partido Popular, ya que le ha sido arrebatado gran parte de su electorado.
El clientelismo sigue siendo determinante
También hay que tener en cuenta la implantación del PSOE en Andalucía, donde ha tramado una importante red clientelar. La propia jueza Alaya ha acusado de crear una “red de clientelismo político” afirmando que, desde la consejería de Empleo se impartían órdenes para “no controlar el dinero destinado al partido”.
Además, se han empezado a escuchar voces de denuncia ante las amenazas de perder el trabajo a los funcionarios si el PSOE perdía las elecciones. Como ya han informado algunos medios, ha salido a la luz una grabación de un alto cargo de la Junta de Andalucía (Irene Sabalete, Delegada de Empleo) instando a los funcionarios a hacer lo posible por lo que gane el PSOE.
Un gran año por delante
A pesar de todo esto, los ciudadanos y ciudadanas andaluces han empezado a dar una oportunidad a la regeneración democrática que presentan Podemos y las confluencias ciudadanas, en detrimento del panorama de corrupción que ofrecen los dos principales partidos del “establishment” –PP y PSOE –, especialmente con el asunto de los ERE en su región. Los cambios no se dan de la noche a la mañana y, en España, estamos viviendo el más grande y bonito de los últimos años, consolidémoslo.