Titiriteros y títeres…

Últimamente observo con perplejidad como la caverna política y mediática atiza con crueldad a todo aquello que pone en peligro el establishment.

La última, es ver como los mismos que justifican el encarcelamiento de dos titiriteros (según la fiscalía y el juez instructor por enaltecimiento del terrorismo) jamás han puesto en entredicho como una Fundación como es la de Francisco Franco no sólo esté permitida, sino que además haya sido subvencionada.

La mayoría de los que hablan de este asunto, ni siquiera saben el contenido de la obra de los titiriteros presos. Independientemente de si es más o menos apropiado para un determinado público, los motivos de su encarcelamiento no tienen nada que ver  ni con lo que la obra pretende reflejar, ni con un país que se vanagloria de ser un Estado de derecho y un ejemplo en lo que respecta a la libertad de expresión.

Leyes como la  Ley mordaza en lo social y el artículo 315.3 del código penal en lo laboral, evidencian una carencia en cuanto a los derechos y libertades de los ciudadanos.

Se da más cobertura mediática (y se manipula) a todo aquello que pasa fuera de nuestras fronteras, y por ejemplo, se obvia el hecho de que más de 300 sindicalistas en el Estado español están encausados por ejercer sus funciones. Sin ir más lejos, en estas fechas el proceso de los 8 de Airbus pasa casi inadvertido. Un proceso que puede acarrear que 8 sindicalistas por el mero hecho de participar en un piquete y ejercer su derecho a la huelga, paguen con 8 años y 3 meses de cárcel.

Otro caso sangrante es el de Alfon, un joven vallekano que cumple condena en un régimen F.I.E.S .  (la cárcel dentro de la cárcel) por participar en una huelga general y al que se le acusa de llevar explosivos en una mochila, que por otra parte entre otras cosas, nunca se ha podido  demostrar que tuviera sus huellas dactilares.

Y mientras los titiriteros y los obreros son encarcelados, vemos como los Bárcenas o Urdangarín, como máximos exponentes de la corrupción política e institucional, se llenan los bolsillos y siguen en la calle, perdón…, en sus palacetes.

El problema de todo esto, y vuelvo al principio, es la impunidad con la que las élites (Titiriteros de corbata) hacen y deshacen a su antojo, mientras los grandes medios de comunicación (Títeres conscientes) y sus respectivas deudas millonarias sumado a sus ideológicas conservadoras, miran para otro lado actuando únicamente cuando quien maneja sus hilos cree conveniente tirar del gatopardismo, es decir,

“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” .

Espero y deseo que este esperpento político y pseudoperiodístico pase lo antes posible, es evidente que el buen hacer social y económico de los ayuntamientos del cambio, incomodan considerablemente a los poderes fácticos.

Es inadmisible que en este país se hable más del traje de un Rey Mago (o que éste sea negro natural o pintado), que de, por poner un ejemplo,  el gobierno municipal de Pinto trabaje junto a la PAH  y se persone al completo para impedir un desahucio como ya ha pasado.

En estos tiempos donde se dirime quien va a gobernar nuestro país, sinceramente soy pesimista, y me explico, ¿dejarán los titiriteros de corbata que se suprima la ley mordaza, el 315.3 del código penal, la derogación de las reformas laborales (la del 2012 del PP y la de 2010 del PSOE), se dejará de privatizar servicios públicos, educativos y sanitarios, se consensuará de una vez con los profesionales de la educación una ley educativa, se garantizará que ningún niño pase hambre o sufra de pobreza energética, se paralizarán los desahucios, se suprimirán las SICAV y pagaremos impuestos en relación a lo que ingresamos, se eliminarán las puertas giratorias, se apostará por un modelo de ciudad medioambientalmente sostenible… etc.. etc…? pues me temo que no.

Los títeres seguirán siendo manejados por los mismos titiriteros, el problema es que todo esto que os comento no es la ficción que se representaba hace unos días en un barrio de Madrid, es lamentablemente, una realidad, una triste realidad a la que no pienso claudicar.