Toros si, o no, pero en ningún caso con mi dinero
Ley 1/1990, de 1 de febrero, de Protección de los Animales Domésticos.
Artículo 4.
- Se prohíbe la utilización de animales en espectáculos, peleas, fiestas populares y otras actividades que impliquen crueldad o mal trato, puedan ocasionarles sufrimientos o hacerles objeto de tratamientos antinaturales.
- Quedan excluidas de forma expresa de dicha prohibición:
- a) La fiesta de los toros en aquellas fechas y lugares donde tradicionalmente se celebra. Su extensión a otras localidades requerirá la autorización previa de las autoridades competentes, y el cumplimiento de las condiciones que reglamentariamente se establezcan.
- b) Los encierros y demás espectáculos taurinos, en las fechas y localidades donde tradicionalmente se celebren, siempre que en los mismos no se maltrate o agreda físicamente a los animales.
Quien redactó esta ley se lució.
Para mi modo de ver es inaudito un tipo de excepción así dentro de una ley. De manera casi explícita está diciendo “Permitimos maltratar cruelmente y hacer sufrir de manera antinatural a este animal en concreto y por esta razón concreta” y esa razón no es causa de fuerza mayor, ni interés general, es por diversión, espectáculo, tradición. (que algo sea tradición no indica que sea bueno o malo, solo indica que se ha transmitido de generación en generación).
Otro de los argumentos en defensa de los eventos taurinos es el de la libertad de disfrutar de un espectáculo que no tiene por que gustar a los demás. Esto por sí solo no se sostiene y bastaría con poner ejemplos de situaciones similares que entendemos como inaceptables. Me pregunto qué opinarán de este agravio comparativo los amantes de las peleas de perros y de gallos. Si consideramos el mundo de los toros como una fuente de trabajo e ingresos para cierto número de familias , tendríamos un argumento de más peso, pero éste solo sería útil para defender que la retirada de estos espectáculos sea paulatina, no abrupta y no en todos los lugares a la vez, para que estos sectores puedan ir reciclándose. De hecho esa es la forma en la que está ocurriendo, no hay motivo para llevarse las manos a la cabeza. En esa línea estaría la retirada de financiación con dinero público.
Si no pensamos en protección animal, espectáculo sangriento, tradiciones machistas (generalmente) y profundamente patriarcales, es lógico que los amantes del mundo del toro se sientan acorralados, intimidados y vean sus derechos pisados, pero es que es imposible retirar todos esos conceptos a la hora de acordarse de que con parte de mi dinero, ganado con mi trabajo, estoy pagando un espectáculo de esa naturaleza. No me gustan nada ciertos espectáculos musicales o películas u obras de arte, pero por solidaridad admito que me quiten unas monedas para que disfruten mis amigos y vecinos. Es una cuestión de gustos, pero aquí estamos hablando de otra cosa, estamos hablando de que me obligan a colaborar en el sufrimiento de unos animales, todo ello rodeado de rituales y teatralización y para un público minoritario. Lo siento pero no, yo no quiero colaborar.
Hoy en día hay muchas personas que estarían a favor de ver ejecuciones en la plaza pública y en la edad medía había muchas personas que sufrían al ver morir un animal. El ser humano a título individual ha evolucionado poco o nada en cientos de años, lo que ha evolucionado es como interacciona con los demás y con el entorno, ha evolucionado la sociedad. Una sociedad que pretende reconocerse como sana y que mira hacia el futuro, no tiene que tener reparos en identificar qué cosas son nocivas y prescindibles por muy tradicionales que sean, así se ha hecho a lo largo de la historia y así se ha de seguir haciendo. No hay más que echar un vistazo a los países de nuestro entorno para ver qué cosas están en decadencia o directamente ya no existen.