Vivir con Orgullo en Pinto
Durante toda esta semana, en Madrid y otras muchas ciudades del mundo, hemos celebrado el Día Internacional del Orgullo LGTB, que tiene lugar el 28 de junio desde hace 50 años. En España, la primera manifestación se celebró el 26 de junio en Barcelona en junio de 1977 y en
Madrid fue un año después, el 28 de junio de 1978.
Por lo que, la primera consideración es que la celebración del Orgullo es, por encima de todo, una reivindicación enorme. Tremendamente única y especialmente extendida por todo el mundo. El bar Stonewall Inn, en el barrio de Greenwich Village de Nueva York, era un lugar muy
concurrido por el colectivo homosexual y transexual. Especialmente en horario nocturno. El colectivo LGTBI no era bien visto a la luz del día, debían refugiarse en la oscuridad de la noche.
Tras muchos registros, batidas y redadas de la policía, por el simple motivo de ser diferentes, los asiduos al Stonewall se revolvieron la noche del 28 de junio de 1969. Dijeron basta a la indignidad y la discriminación. A la estigmatización, el acoso y la persecución. Querían ser libres y estar orgullosos y orgullosas de quienes eran. Por eso se desencadenaron varios días de protestas, de revueltas, y de manifestaciones en favor del colectivo LGTBI. Eso, ni más ni menos, es lo que reivindicamos y celebramos estos días. Este es el antecedente del Día del Orgullo.
Y justo es decir que, si algo decantó la balanza en favor del colectivo LGTBI hace medio siglo, fue el apoyo que obtuvieron de los vecinos y vecinas del barrio de Greenwich Village. No dudaron en manifestarse y enfrentarse a las fuerzas de seguridad con sus vecinos, amigas, y
familares que frecuentaban aquel negocio. Por todo esto, esta semana hemos celebrado nuestro Orgullo con nuestros amigos, familiares y vecinos.
Las Juventudes Socialistas de Pinto nos invitaron hace una semana a “Vivir con Orgullo en Pinto” y, además de convocar un acto reivindicativo, nos propusieron contar nuestros testimonios al respecto.
Y yo hoy quiero hablaros de mi primer referente homosexual. Yo conocía a Diego desde que tenía 12 o 13 años porque fue monitor en algunos campamentos a los que yo iba como acampado. Justo un tiempo antes de coincidir en Juventudes y en el PSOE de Pinto recuerdo
que Diego me confesó: “soy gay y tengo novio, se llama Roberto”. Ya se había aprobado la ley del matrimonio igualitario y, tras todo el debate y el activismo político que se desató en ese momento, Diego era la primera persona homosexual que conocía en mi entorno. Yo tenía
sobre los 16. Posteriormente, cuando yo ya definí quién era verdaderamente y empecé a ser libre, recuerdo que de nuevo Diego me dijo: “aquí estoy para lo que necesites”.
Son cosas que yo no olvido y hoy no puedo evitar contarlas. Porque lo que no se dice no existe. Y a riesgo de que esto pueda ser considerado como oportunismo político, lo voy a decir: gracias al compromiso del PSOE con el colectivo LGTBI y a la valentía de Diego, hoy tenemos un
alcalde visiblemente homosexual en Pinto.
No creo que Pinto sea una ciudad homófoba, pero sí ha sido un pueblo donde hemos sido un poco invisibles. Y ahora toca hacerse notar. Y por supuesto, ser vigilante siempre contra los delitos de odio y LGTBIfobia.
Gracias al ejemplo de nuestro alcalde y su marido, el referente que tuve yo hace muchos años hoy también lo será para nuestros mayores, que no pudieron vivir con la libertad y los derechos con que lo hacemos nosotros. Y también lo será para los y las más jóvenes, para que
cuando estén en ese momento de extrema incertidumbre sepan a donde mirar.
Hoy, 50 años después, somos tremendamente libres. Y podemos expresar y compartir nuestro orgullo con dignidad. Pero no siempre fue así. Es más, España es de los pocos países del mundo en el que existe a día de hoy ese nivel de protección. Pertenecer al colectivo LGTBI en
gran parte del mundo está prohibido, es un delito y puede suponer la cárcel o la muerte. En nuestro país miles de personas estuvieron perseguidas, condenadas y encarceladas en virtud de algunas legislaciones que se derogaron hace tan solo unas décadas.
Por eso, la reivindicación y celebración este año ha estado dedicada a nuestros mayores, Nuestro Mayor Orgullo. Porque aunque algunos quieran silenciarlo u ocultarlo, son los que guardan recuerdo de la represión, los que levantaron nuestros derechos, los que estaban
cuando no estábamos, los que se mantuvieron firmes, los que saben lo frágil que es lo ganado y los que de verdad saben lo que nos jugamos. Sí, son los mensajes que el Ayuntamiento de Madrid no ha querido colgar en las banderolas de la ciudad.
Cuando el colectivo LGTBI se hace fuerte y está unido, sale del armario dando un portazo, echando el candado y destruyendo la llave. No hay marcha atrás, ni un paso para atrás que diría el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. La sociedad española ha tapiado
los armarios empotrados. Y aquellos que nos quieren encerrar o desterrar, y que nos consideran denigrantes, junto con sus socios que les ríen las gracias, deben saber que este país no lo va permitir.
Hoy vivimos con libertad, dignidad y Orgullo en Pinto y en todo el Estado. También en otras partes del mundo. Pero eso no significa que no debamos seguir siendo visibles y ganando espacios.
Haciendo alguna trampa lingüística, Stonewall podría traducirse como “pared de piedra” o “muro de piedra”. Eso es lo que se construyó en 1969 contra la LGTBIfobia y el desprecio y esa es la fortaleza que seguimos defendiendo. Por los que estuvieron, por los que somos, y por los
que vendrán.