Yo conocí a Félix el Pipa
Pasadas unas semanas desde el fallecimiento de Félix, me dispongo a compartir ese trozo de él que llevo dentro, como otros muchos tantos hombres y mujeres de Pinto para los que fue un segundo padre.
Hay tantos momentos que me vienen a la mente que necesitaría mucho más que una carta para plasmarlos, pero los resumiré en los más significativos y en los que más demuestra como era el, ese hombre que nos hace creer que todavía existe gente buena en el mundo.
Tenía yo unos 7 años y tras muchas veces pidiendo a mi madre que quería jugar al fútbol con mucha insistencia, mi madre me acompañó al Onésimo Redondo, ese campo de tierra que no sabría calificar bien si era de fútbol 7 o de fútbol 11, donde la arena era mucha en algunas partes y muy escasa en otras (en las que por tu bien no debías caerte…). Al llegar allí mi madre se dirige a Félix y le dice: “Félix este chico quiere jugar que hace?” El me miró extrañado y me dice: “Y que haces ahí parado mirándome… Ponte a correr con los chicos vamos!!!” Sin más: sin firmar papeles, sin tener que llevar botas, sin necesidad de ir equipados todos igual, sin nada de lo que ahora seria imprescindible hacer para jugar… Así era el… En ese grupo que corría dando vueltas al campo había chicos de muchas edades, todos juntos sin más, vestidos con ropas viejas, y con la ilusión de jugar algún día “federado”, esa mítica palabra que llegaba a obsesionar!!! Así empezó todo…
Un par de años después Félix se embarca una aventura en la que pocos se atreverían a embarcar… Jugar un torneo nacional de fútbol sala en Mallorca, un triangular con equipos de Mallorca y Zaragoza. Hablamos del año 1988!!! Imaginad la magnitud del hecho que a la vuelta nos recibió el alcalde… La aventura era la mar de complicada… Niños de 8-9 años, viajando a Mallorca en tren y barco, sin dinero ni medios… Solo Félix lo podía conseguir… Sacó subvención del ayuntamiento más patrocinio (que ya no recuerdo) para las equipaciones, y para las zapatillas consiguió que Pinto Sport nos las vendiera más baratas… Para muchos chicos era la primera vez que dormíamos fuera de casa, Félix no podía venir por su enfermedad y consiguió que algún padre y madre vinieran para poder ir… no había dinero en muchas casas para ese viaje… Al final, como no, una vez más lo consiguió, no podía ser de otra manera. Para ir al torneo muchos necesitábamos el DNI y casi ninguno tenía, ¿quién lo solucionó? Como no: una mañana nos juntó a todos, pagó de su bolsillo el tren y metro (antes solo se hacia en Madrid), allí con unos bocadillos y magdalenas en una mochila nos llevó a todos para no perjudicar ni molestar a nuestros padres… Pero esto no era solo a nosotros, creo que Félix ha acompañado a más chicos a hacerse el DNI que algún policía de los que los expide!!! Al final fuimos a Mallorca cuatro días, viajando en tren hasta Valencia y en barco hasta Mallorca (era lo más barato), unos 8 o 10 niños con varios padres, y varios amigos de Félix ligados al fútbol que se hicieron cargo de nosotros… La primera vez que dormí fuera y fui a Mallorca, fue gracias a Félix.
Cuando ya éramos adolescentes y jugábamos federados las cosas cambiaron. Aparecían nuevos club, nuevos compañeros de viaje que ayudaban y ya no éramos niños. Pero Félix estaba ahí, como no. Siempre recordaré un partido contra el Buenos Aires, nuestro rival directo. Nosotros éramos el Montes León pero lo que verdaderamente nos hacia especiales es ese señor con un bronceado callejero, esa pipa característica a la que aun consigo oler si me lo propongo y esas voces regañándonos que se escuchaban a muchos metros de distancia… El era el que nos hacia más fuertes, y lo que en el fondo nos hacia salir al campo con un 1-0 virtual: a estos les entrena Félix el “Pipa”. Pero el no era solo bondad, era fútbol y del bueno. Era un partido crucial y nos jugábamos la liga, y el nos dijo en la charla previa: “vamos a jugar diferente, vamos a marcar al hombre al mejor de ellos, si le conseguimos tapar a el, los otros bajan de rendimiento y les ganaremos“. Para ello me eligió a mi y a Nico, sus mejores jugadores de ese equipo de futbol sala, algo extraño porque nos relevábamos para marcarle y nunca coincidíamos en el campo… Parecía una locura a todos nos dejó descolorados… Pero cuando pasaban los minutos y su jugador estrella se desesperaba más y más hasta el punto de echarse a llorar, y los goles caían a nuestro favor todos nos mirábamos pensando: joder que acierto… Si no hubiera sido por eso no habríamos ganado!!! Ahora que el fútbol es tan sofisticado, te das cuenta que al final las cosas siempre han existido, no se inventan nada nuevo.
Con unos años más, jugando una pachanga en el poli Egido, sufro un accidente en el que me parto el hombro. El dolor era muy intenso, Félix se acercó y me dijo: “eso no es nada hombre, es el susto del golpe, lo que pasa es que eres un quejica“. Al final me operaron y estuve casi un año sin jugar… Al volver del hospital vino a mi casa a verme, jamás le había visto igual. Cara desencajada, y pálido,… Se sentía culpable, pidió disculpas tantas veces a mi madre que no existía consuelo en el por más que mi madre le decía que no pasaba nada, que no se preocupase. El era así, no tenía maldad alguna aunque muchos no le entendieran. Cuantos chicos no aguantaron sus gritos y se marchaban sin más… Esos gritos que tenían un mensaje claro: en la vida no hay nada fácil, hay que esforzarse y mejorar, hay que corregir tus fallos, hay que luchar… Gracias a eso ahora sé que muchas veces tenemos que hacer las cosas que nos dicen para mejorar, y que aunque alguien te regañe es porque quiere lo mejor para ti. Ahora con las nuevas teorías psicológicas esto sería denunciable… A mi me hizo más fuerte y a muchos más también. Gracias a el soy como soy en muchas cosas.
Pero no me quiero dejar de lado la parte personal de Félix. Cuantas cosas… Nunca sabíamos si le dolía o no le dolía el temblor, nunca se quejaba… Nunca le veías haciendo otra cosa que no fuese relacionada con el fútbol y los chavales… Cuando fui a su casa a verle porque se había puesto malo, tanto yo como mi amigo estábamos preocupados… Al entrar y verle tirado en el sofá gruñendo con “la Cuchilla” a la que no hacía más que chinchar, y hablándote del torneo que iba a organizar después del maratón te dabas cuenta que el era indestructible!!!
Tantas y tantas cosas… Su Atleti, el hacer el primer equipo de chicas en Pinto, el conseguir dinero para el fútbol donde no lo había, sus discusiones con otros entrenadores rivales, su boina, su cesto de las equipaciones, sus voces en el banquillo, su defensa a ultranza de sus chavales, su amor por el fútbol…
En definitiva: un hombre que unió a muchas generaciones de chicos y chicas de Pinto a través del futbol, y que demostró que con poco se puede conseguir mucho. Los habría mejores entregadores, también los habría peores, pero lo que está claro es que nunca se le podrá agradecer lo mucho que ha hecho por nuestras generaciones, inculcándonos el deporte como forma de vida y demostrando que si se quiere y si te lo propones, se puede conseguir casi todo en la vida.
Gracias por todo Félix!!!
Ricardo