Aquel dos de noviembre
Tal día como hoy hace 78 años, la Guerra tocaba las puertas de Pinto. La casualidad había querido que fuera precisamente esa efeméride: un Día de Difuntos. Sin duda, un gesto macabro del Destino que premonizaba lo que deparaba el futuro.
Fueron días terribles aquellos de noviembre de 1936. El recién creado Ejército Popular de la República trataba vanamente de detener el avance de las tropas franquistas. Lo había intentado en Seseña cuatro días antes, pero sus tanques habían sido detenidos por un ingenio que los españoles tuvimos el dudoso honor de inventar: la bomba incendiaria, que más tarde rebautizarían otros como “cóctel Molotov”.
Aquel lunes dos de noviembre el ejército franquista traído desde África parecía imparable. Algunos incluso dijeron que invencible. Los muros de la Ciudad Universitaria de Madrid se ocuparían de desmentirlo apenas una semana después.
Para Pinto, sin embargo, ya era demasiado tarde. Entre las brumas de la mañana dos grupos de siluetas atravesaban sigilosamente las calles del pueblo: los legionarios se infiltraban por la calle Torrejón, los regulares marroquíes lo hacían por el camino del cementerio.
Comenzaba de esta manera una ocupación que transformaría para siempre Pinto: durante los dos años y medio siguientes en nuestra localidad se concentrarían, vivirían y lucharían miles de combatientes que habrían de decidir la Guerra en los campos de batalla de Madrid. Lo harían directamente desde Pinto unos meses después, en una ofensiva que pronto se transformaría en un hito de la Historia bélica, una cruenta batalla que tomaría su nombre de un río. Pero esa, es otra historia…