Que gobierne la candidatura más esperada
Fue el 28 de marzo el día en que se desarrolló la Asamblea en la que Ganemos Pinto aprobaba su política de pactos, yo no pude asistir. Pocos meses atrás, en una reunión de comisión de trabajo, ya concluida y con sólo tres o cuatro personas presentes, surgió la idea de dejar claro en nuestro programa electoral la política de pactos, para que los ciudadanos supieran de antemano donde iría a parar su voto en caso de necesitar apoyos para gobernar, o que otros necesitaran los nuestros. Tiempo después se llevó el tema a la comisión correspondiente, y de allí surgió la propuesta que posteriormente se llevaría a la asamblea. Cuando hablamos del tema aquella primera vez, se dibujaron en mi mente multitud de escenarios posibles y por ello entendí que iba a ser complejo y engorroso dejarlo claro en nuestro programa, pero estaba muy equivocado. Me sumé a esa comisión con motivo de trabajar en la forma jurídica de la confluencia, ese mismo día me enteré de que había sido cerrada la propuesta y en que términos. Ese punto del programa no nos iba a dar ningún problema en su redacción por lo claro y explícito del contenido: NO ÍBAMOS A GOBERNAR SI NO ÉRAMOS LA LISTA MÁS VOTADA. Puede sonar ventajista dicho ahora, pero me sorprendió mucho, de hecho si no mostré disconformidad era por dos razones, no había trabajado en la propuesta (razón por si sola suficiente) y no conocía tan bien como algunos compañeros, las relaciones específicas entre los grupos políticos pinteños
Lo cierto es que al final no contó gran cosa esas posibles razones para lanzar la propuesta, lo que se tuvo en cuenta fue lo que realmente importa: las preferencias de los ciudadanos. Ya se que hay gente que opina que esto es una opinión interesada, pero ninguna de esas personas se jugaría un céntimo apostando por lo contrario. Todos tenemos claro que si hubiera segunda vuelta, los ganadores habríamos sido nosotros. La diferencia con el PSOE fue lo suficientemente amplia como para hacer esa segunda vuelta solo entre las dos fuerzas más votadas, como es lógico. El sistema electoral permite hacer algo similar con el pactos tras las elecciones, o simplemente con el voto afín en la investidura, que es lo que ha sucedido en Pinto al fin y al cabo. Un grupo, en este caso el PSOE, entiende que votarse así mismo es menos útil para la consecución de su programa, que votar a otro grupo con el que tiene posibilidades de colaboración. Este sistema permite, en ocasiones, pactos antinatura o interesados, pero la tónica habitual es que se apoyen partidos de ideología y programas similares. Podemos así interpretar que en la inmensa mayoría de los casos el resultado es el preferido por los ciudadanos. Esto sirve para cualquier ideología.
La peculiaridad de España es que hasta ahora, prácticamente sólo ha existido un partido político de derechas, y este partido, al saberse sin apoyos posteriores, se le ocurrió la idea de promover una nueva ley que permitiera que gobernase la lista más votada, ¡que aberración más interesada!. Si esto hubiera sucedido, personalmente lo hubiera considerado un retroceso en la soberanía del pueblo, un asalto a nuestra capacidad democrática. Se daría el caso de que en muchas ocasiones la mayor parte de la población estaría gobernada por políticos con ideas contrarias a las suyas. Espero que nunca permitamos esto. Antes de terminar este artículo, oigo en las noticias que quieren volver a la carga con esta idea. Ahora el Partido Popular tiene la posibilidad de poder pactar con un grupo político nuevo, Ciudadanos, con el que puede compartir parte de su ideario. Pienso que al final la suma de las izquierdas suele ser mayor a la de las derechas, pero celebraré en cualquier caso, por el bien de todos, que el Partido Popular entienda que es mejor aunar que imponer.
La idea de que tiene que gobernar la lista más votada, así sin más, es propia de eventos deportivos o de apuestas entre amigotes, donde al que llega primero se le da una medalla y no hay más que discutir, pero en una democracia no se busca un ganador, se buscan gobernantes con los que la mayoría de la población se sienta representada, no entiendo como algo tan sencillo es tan difícil de entender para algunas personas.
Comprendo que algunos compañeros se sientan frustrados ante el incumplimiento consciente y decidido de ese punto, pero yo digo abiertamente que estoy satisfecho con que se haya hecho así y de haber sido uno de los que pidió desde el principio que así fuera. Un debate intenso de esos días fue el de que si “el fin justifica los medios”. Personalmente pienso que es una frase demasiado genérica como para tomársela en serio. ¿Cuántos medios?, ¿cómo de importante es el fin? O demos la vuelta al argumento: no, no es justificable que por conseguir un fin (tu honor e integridad) utilices esos medios (sacrificar la voluntad popular). Repito, es una frase hecha, no hay que darle más importancia.
Podremos hacerlo mejor o peor, estar más o menos acertados, pero de una cosa nadie debería de tener la menor duda, a día de hoy somos los que más legitimidad tenemos para gobernar, y por falta de ganas, ilusión y trabajo, no va a haber problemas.
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Una exposición muy Lúcida, Javier. Abierta a controversias, como es lógico suponer, pero la lucidez en la exposición de las ideas siempre es un punto a favor.