Comienza el juicio al presunto asesino de la mujer hallada en un cuarto trastero en Pinto

Desde hoy lunes, la Audiencia Provincial de Madrid procederá a juzgar a Constancio M. H. el trabajador de la limpieza que en junio de 2014 mató presuntamente a martillazos a una compañera de trabajo en los trasteros del edificio número 22 de viviendas de la calle Santo Domingo.

A Constancio se le imputa un delito por asesinato con alevosía y ensañamiento para el que se solicitan 25 años de prisión. Según el fiscal, el 3 de junio de 2014, cerca de las 5:50 horas, el acusado, compañero de trabajo de la fallecida, la recogió en su domicilio como hacía regularmente, para dirigirse ambos en el vehículo de la empresa de limpieza para desempeñar su trabajo habitual.

Durante el trayecto, la mujer recordó a Constancio una deuda de 500 euros que tenía contraída con ella. Tres meses atrás, la víctima le había prestado el dinero para unos gastos personales. Constancio le respondió que aún no tenía el dinero para salvar la deuda.

Sobre las 12:00 horas, el acusado se montó en el vehículo de la empresa y se dirigió a uno de los portales donde sabía que tenía que trabajar su compañera. Aparcó el coche, cogió la mochila en la que guardaba un martillo y la estuvo esperando en la calle, en las inmediaciones de dicho portal. El acusado golpeó a la mujer con tal fuerza que acabó tirándola al suelo, donde continuó golpeándola un total de 30 veces, con clara intención de terminar con la vida de su compañera, quien terminó recibiendo veinte contusiones en la cabeza y en el resto en su cuerpo.

Con semejantes golpes, Constancio incrementó de manera consciente el dolor de su víctima por las heridas que le estaba causando y, sabiendo además, la imposibilidad de pedir ayuda de su compañera al encontrarse en un cuarto cerrado con una única salida y siendo consciente de la cercanía de su muerte, causándole una agonía prolongada previa a su fallecimiento.

Tras acometer el asesinato, el acusado cerró la puerta dejando a la víctima tendida en el suelo y abandonó en lugar para dirigirse al cuarto de limpieza de otra comunidad de vecinos donde se lavó las manos y continuó con su trabajo. Al finalizar su jornada, volvió a su domicilio para limpiar las zapatillas que llevaba y tirar la bolsa de trabajo con la ropa y el martillo usados.